Rojo

Rojo, obra literaria de un solo acto, dirigida por Juan Carlos Fisher, narra un episodio ficticio de la vida de Mark Rothko, pintor de la corriente del expresionismo abstracto de la mitad del siglo pasado.


La obra ha sido escrita por John Logan, quien a su vez ha escrito los guiones de Gladiator, The Aviator y Hugo, y que ahora está escribiendo los de Lincoln para Spielberg y de la última de James Bond para Sam Mendes.


Sin embargo, esta obra dista mucho de esos referentes cinéfilos. Es una obra simple, pero en su simpleza es cruda y profunda, con unos diálogos muy elaborados y con frases que te golpean el fondo de tu ser, que conmueven y que marcan (un especial reconocimiento a la traducción, llevada a cabo por Juan Carlos y por Rómulo Assereto).


Dije en un inicio que es un episodio ficticio porque se crea el personaje del asistente de Rothko, Ken, para que interactúen entre ellos y se produzca el choque, no solo generacional, sino de formas de ver el mundo, de optimismo versus pesimismo, de curiosidad versus experiencia, de euforia versus calma... de Santa Claus versus Satanás, como en algún momento mencionan.


A Rothko le han encargado que pinte unos cuadros para el restaurante Four Seasons de New York y le están pagando una fortuna por ello. Entonces contrata a Ken, un joven impetuoso y animoso que se choca con el carácter fuerte de Rothko, quien considera que las obras deben trascender, que no deben hacerse solo para el ahora, que hay que protegerlas como si fueran niños.


Sin embargo, Rothko se sabe en el final de su carrera, ello se va vislumbrando de a pocos, puesto que está llegando una nueva corriente artística que haría con ellos lo que ellos hicieron con la anterior. Entonces, nos encontramos con una lucha no solo con su asistente, sino contra otras corrientes artísticas, contra el público, contra la crítica, contra la sociedad en general.


Rojo sirve como crítica a la sociedad consumista, como una lucha por una forma más romántica de ver la vida frente a la apabullante realidad, como el enfrentamiento final antes de la desolación total. Poco a poco vamos comprendiendo que no es simplemente el choque generacional entre Rothko y Ken, sino lo que Ken representa para Rothko lo que lo apabulla, porque las nuevas generaciones tienen que respetar a las anteriores, pero acabar con ellas para surgir.


Además, hace uso de muchos referentes culturales, tanto de pintura como literatura, volviendo a la obra mucho más enriquecedora de lo que ya es. Escuchar a los personajes hablando de Matisse, Pollock, Rembrandt; pero también a Nietzche y a los clásicos filósofos griegos, y escuchar los debates entre el maestro y el aprendiz, que en un periodo de dos años se vuelve cada vez más maduro y se enfrenta cada vez más a su mentor, es sin duda fascinante.


Es imposible mantenerse impávido ante esta obra, porque se siente la pasión de los personajes en cada frase, en cada gesto, y uno se siente partícipe de la obra... es una obra que no solo se ve y se oye, también se respira, se siente el olor de la pintura y entra por los poros.


El papel de Rothko es interpretado por el gran Alberto Isola, el cual tiene un increíble parecido con el Rothko real; y su asistente Ken por Romulo Assereto, el cual sorprende cada vez más con sus tan buenas actuaciones.






En Brodway, el papel de Rothko fue interpretado por Alfred Molina y el de Ken por Eddie Redmayne. Acá una entrevista a John Logan, Michael Grandage, Alfred Molina y Eddie Redmayne.

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